viernes, 5 de diciembre de 2014

"En línea."


   Nomofobia: Miedo irracional a salir de casa sin teléfono móvil. Ansiedad que sufren los usuarios de los teléfonos móviles.




   Hoy estaba en clase de Griego a última hora, y mi profesora nos ha puesto un artículo para que lo leyésemos, a ver qué opinábamos. Mientras lo leía no salía de mi asombro por cómo una persona podía pensar tan... Tan como yo.  El artículo trataba sobre cómo al estar cada vez más conectados, estamos a la vez más y más desconectados. Ya no se lleva eso de salir a dar una vuelta o a tomar unas cañas para saber cómo están tus amigos, es preferible mandar un WhatsApp en plan:

    Tía, cuantísimo tiempo sin verte, 
    te echo tanto de menos... ¿Qué tal vas?

    Bien, ¿y tú? Pues sí, llevamos muchísimo    
tiempo sin vernos... ¡A ver si quedamos!    

   La primera pregunta que me haría si fueses tú, sería: Si la echas tanto de menos, ¿por qué no te esfuerzas por verla? No sé, digo yo.
   Y ahí se queda la cosa, ya no vuelven a hablar hasta dentro de unos días, semanas, o incluso meses. ¿Dónde se ha quedado eso de llamar a un amigo y decirle "oye, ¿quedamos hoy y nos tomamos unas cañas? Llevamos mucho tiempo sin hablar"? 
   Lamentablemente muchísima gente prefiere mantener la conversación anterior antes de quedar en algún bar. A esa gente es a la que le escribo esto. Me parece penoso, patético que, pudiendo llamar a un amigo y verle en persona y pasar un par de horas con él, prefieran coger y mandarles un whatsapp y aun encima si les dicen "estoy  mal", se hacen los preocupados. ¿Preocuparte tú? ¿No te dignas ni a llamarle para verle cara a cara y luego vas haciéndote el preocupado? 
    Personalmente odio que la gente me haga esto. De hecho, mucha gente me lo ha hecho, gente que conozco y gente que conocí. Gente que vive a escasos metros de mí mandándome un WhatsApp en vez de llamarme para quedar a tomar algo.
  El otro día estaba hablando con una amiga sobre una persona que conocemos ambas, le dije que la había visto por la calle y que no le había visto muy buen aspecto, como que estaba deprimida. ¿Adivináis qué dijo? 
  
 "Esta tarde le mando un WhatsApp."


    Muchas veces hablo con mi madre y me cuenta cosas que hacía ella cuando era joven, o incluso puedo recordar esa mítica frase que dice siempre: "yo cuando tenía tu edad me pasaba todo el día en la calle." Y muchas veces me dice que alucina de ver por la calle a pandillas de chiquillos con los móviles, todos callados, tecleando. Sinceramente, a mí también me parece alucinante. No digo que no cojan el móvil de vez en cuando para, no sé,  mirar algo que les haya llegado, pero eso de estar muchas veces tomando algo (como me ha pasado a mí) y que la otra persona esté tecleando sin parar, con el WhatsApp, sin prestarte ninguna atención ya me parece algo excesivo. 
    Recuerdo incluso que una chica que conozco me contó que su novio estaba deprimido una tarde y ella le preguntó qué le pasaba, él no le contestaba. De pronto, cuando llegó a su casa esta chica, se dio cuenta de que él le mandó un par de WhatsApps explicándole qué le pasaba. Evidentemente, al día siguiente ella le echó la bronca. 
   En fin, no sé qué pensaréis vosotros, pero, a mi forma de ver, las relaciones sociales ahora dan asco. Todo depende de una última conexión, de si no han contestado a los cinco minutos tu mensaje, de si se ha conectado y no te ha hecho caso. De hecho conozco muchas parejas que han roto por este tipo de razones, qué cosas, ¿verdad?
   Ahora, solo me quedaría poner un fragmento de dicho artículo: 

"Cuantas más redes sociales, menos quedamos a pescar.
Cuanta mejor conexión tienes a internet, más desconectado estás.
Cuanto más navegas, menos te mojas.
Cuanto más postureo virtual, menos abrazos reales.
Cuanto más te asomas a la pantalla, menos nos vemos.
Cuantos más mensajes mandas, menos dices.
Cuantas más veces haces clic, menos veces haces muá."


T.