domingo, 22 de septiembre de 2019

Ego V


Anoche caminaba a las cuatro de la mañana con una nueva amiga, que hablando me preguntó cómo estaba. Entonces me sorprendí a mí misma diciendo "estoy mejor que nunca" convencida. 
A veces se gana y a veces se aprende. He aprendido muchísimo. Me he vuelto jodidamente fuerte, eso puedo sacar en claro. A veces tienes que poner por delante tu salud mental, por encima de todas las cosas y gracias a eso estoy bien. Ahora sé qué es lo que no quiero y lo que sí.
El niño le arrancó las alas al gorrión, pero lo que no sabía es que le iban a salir otras mucho más grandes y más fuertes.


T.

domingo, 14 de octubre de 2018

Individual.



Yo, mi, me, conmigo.
Sola, sin nadie más. 
Tal vez estas palabras puedan denotar fortaleza para algunas personas. A mí me dan pena. Cada vez soy más consciente de que estoy jugando a un juego al que yo nunca acepté jugar. Si sientes algo, has perdido. 
Podría contar con los dedos de una mano quiénes realmente están ahí cuando les necesito. Me sobrarían dedos.  
Mi madre siempre me había advertido sobre esto. Yo pensaba "qué mal pensada", pero qué razón tenía, y cundo me decía que iba a sufrir mucho con estas cosas por ser como soy. 
No estoy hecha para esto, mamá. En el fondo siempre lo he sabido. 
Todos parecen máquinas. A veces creo que lo son. 
Joder, mamá, qué razón tenías. Yo ya perdí hace mucho tiempo.


T.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Ego V



   Una vez soñé que volaba tan alto que podía tocar las nubes. Volaba a toda velocidad, me sentía libre, plena,... yo. 
  Batía mis alas a toda velocidad y sentía que podría hacer lo que me propusiera, que lo estaba intentando, estaba ilusionada
   Pero un día ese pájaro que volaba a grandes alturas decidió bajar, descansar, con la confianza de que nadie perturbaría su tranquilidad y,  para su sorpresa, cuando más distraído estaba, se vio envuelto por una red mientras oía a un niño reír y gritar: "¡Lo he cazado, lo he cazado!". Para la angustia del ave no podía hacer nada por liberarse, estaba demasiado cansada. Entonces vio como un enorme monstruo carnoso con cinco patas se metía en el saco para cogerlo, cerró los ojos asustado por el miedo y... De pronto sintió un dolor insoportable en las alas.
    Se las había arrancado.

T. 

martes, 6 de septiembre de 2016

Ego IV

 
     Al fin pasó la tormenta, o eso creíamos. 
Los únicos que quedáis sois tú y una cigarra despistada que aún no se percató de que el sol se fue, que la luna ya estaba alta, que era tarde
Entonces, andando por ese camino empedrado, te pones a pensar qué pasaría si en ese preciso instante te cruzases con tu yo del pasado
Te preguntas sobre cuál sería su reacción, qué vería de tu nueva concepción de la razón y el corazón. 
Te preguntas si esa persona que solías ser te reconocería tan solo con un año de diferencia. 
Te pones los auriculares, buscando alguna canción que te agrade en ese momento y de pronto ves una que hacía siglos que no escuchabas y que te trae miles de recuerdos. Ahora empieza a aparecer tantísima gente ante ti que te hace perder el equilibrio.
Aparecen aquellos que fueron muy importantes para ti, pero ya no están, y aquellos que de la nada ahora son mucho, increíblemente. 
Aún recuerdo cuando escribí sobre algo similar. Hace más de un año, en el que ha llovido en innumerables ocasiones. Ahora me encuentro en una situación en la que pensaba que no me iba a ver nunca, pero para mi sorpresa, así es.
Aquí estoy. Paseando, mi perro se ha ido corriendo a explorar, y esperando rebusco entre mis bolsillos para encontrarme un papel medio escrito y un boli rojo. ¿Y ahora qué pongo aquí
¿Qué voy a decir? ¿Qué explicación tendría que darle a ese yo, dispuesto a juzgarme? 
He cambiado, lo sé, y sé también que nada en mí es como habíamos imaginado. 
He hecho cosas que jamás pensé que haría. 
He cambiado hasta lo más mínimo realmente, ni siquiera voy a estudiar lo que tenía pensado hace siete meses.
Pero no tengas miedo, todo ha ido a mejor
Si algo he podido ver es que si tienes la valentía para darle una patada a todo y cambiarlo, aun a peligro de que te salga el tiro por la culata muy probablemente, todo saldrá bien.
Y si no lo entiendes, no te preocupes. 
Algún día lo harás.



T. 

lunes, 20 de junio de 2016

Ego III


    "Estoy escribiéndote esto en una servilleta arrugada del bar mientras estoy aquí, esperando a que el café se enfríe y viendo cómo un gato juega de manera cruel con un pájaro me acuerdo de cómo era todo hace unos meses.
    ¿Realmente te estoy escribiendo a ti o a mí?
    No soy un juguete. Que en otra época es muy posible que me tirase horas y horas en la ventana en plena noche dándole vueltas al tema, pero es que resulta que ya no me da la gana.
  Tal vez esté perdida, y... Tal vez ni apresurándome y buscando me encuentre, pero ese es mi problema, mío y solo mío. 
  Que he perdido el hilo de la historia, ya no me acuerdo cómo seguía, que habré cambiado, pero es que resulta que aquí o te vuelves duro o te pisan sin piedad.
   Que resulta que no va a haber nada ahí eternamente.
  Que ahora parece que si no te dejas pisar, si no estás ahí aguantando, tragando sin quejarte, entonces eres la peor persona del mundo.
   Que resulta que ya no me da la gana de ser la tonta que todo lo soporta, que resulta que me debo un respeto a mí misma y para aguantarte ya está tu madre, que para eso te parió. 
  Nos hemos criado con los valores de la amistad, el amor o el valor. Nos criamos con la famosa frase "quien bien te quiere, te hará llorar", pues NO. Quien te quiere realmente no te hace sufrir, no te hace llorar y si de algo estamos aquí todos seguros es que nada dura para siempre y que todo depende de las circunstancias y de la persona, que un día te quiere mucho y al siguiente algo hace "clic" ahí arriba y pone todo patas arriba y que la persona más importante con la que debes convivir eres ."


T.

martes, 26 de abril de 2016

Así habló Zaratustra.



    "Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. (...)
    ¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que lo carguen bien. (...)
    ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría? (...)
    Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de carga: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
    Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor de su propio desierto.
    Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
   ¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? "Tú debes" se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice "yo quiero". (...)
   Crear valores nuevos -tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear- eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.
   Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león. (...)
   Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
   Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí. (...)
   Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño." (F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, "Los discursos de Zaratustra: De las tres transformaciones.")


T.

miércoles, 6 de enero de 2016

I


Entre suspiros se hallaba la calma
que añoraba mi alma hostil,
cada vez más alejada de la carne
y del mundo que conocí.

Se encontraba mi desdicha en el silencio
sin el cual no podía vivir
y que me torturaba hasta el anochecer, 
hasta ver al sol salir.

No sé en qué momento ocurrió
que dejé de ese cuerpo mi esencia ir
y solo sé que soñando con perderme 
y sin quererlo me perdí.    
   
"Ni sé tampoco en tan terribles horas 
en qué pensaba o qué pasó por mí; 
solo recuerdo que lloré y maldije, 
y que en aquella noche envejecí."

T.